La piel es nuestro órgano más visible, y cuando algo no está del todo bien, no duda en manifestarlo. Una de las señales más comunes son las pústulas, pequeñas lesiones cutáneas que, aunque pueden parecer inofensivas, suelen ser indicativas de un desequilibrio en nuestra piel. ¿Qué son exactamente? ¿Por qué aparecen? Y lo más importante: ¿cómo tratarlas? En este artículo de Primor te contamos todo lo que necesitas saber sobre las pústulas, este incómodo, pero tratable, problema cutáneo.
¿Qué son las pústulas?
Las pústulas son lesiones inflamatorias que se presentan como pequeñas elevaciones en la piel, rellenas de pus. Suelen ser de color blanco o amarillento, rodeadas de enrojecimiento debido a la inflamación. A menudo se asocian con el acné, pero también pueden aparecer como resultado de otras afecciones cutáneas o infecciones.
En términos simples, las pústulas son una respuesta del cuerpo para combatir infecciones en los poros de la piel. Cuando los poros se obstruyen por exceso de sebo, células muertas o bacterias, el sistema inmunológico entra en acción, enviando glóbulos blancos a la zona afectada. El resultado es esa protuberancia que tanto nos molesta frente al espejo.
¿Por qué salen las pústulas?
- Acné. El acné es una de las principales causas de las pústulas. Cuando los poros se obstruyen, las bacterias proliferan y provocan inflamación, dando lugar a este tipo de lesiones.
- Cambios hormonales. Las fluctuaciones hormonales, como las que ocurren durante la pubertad, el embarazo o el ciclo menstrual, pueden aumentar la producción de sebo en la piel, lo que a su vez fomenta la aparición de pústulas.
- Productos comedogénicos. El uso de productos cosméticos o de cuidado de la piel que obstruyen los poros puede contribuir al desarrollo de pústulas. Asegúrate de elegir productos etiquetados como “no comedogénicos” si tienes tendencia a este problema.
- Alergias o irritaciones. Algunas reacciones alérgicas o la exposición a agentes irritantes, como productos químicos agresivos, también pueden desencadenar pústulas en la piel.
- Estrés y alimentación. El estrés crónico y una dieta rica en azúcares, lácteos o alimentos procesados pueden empeorar la salud de tu piel, favoreciendo la aparición de estas lesiones.
¿Cómo tratar las pústulas?
- La limpieza es clave para mantener los poros libres de obstrucciones. Utiliza un limpiador suave, adaptado a tu tipo de piel, que no reseque ni irrite. Ingredientes como el ácido salicílico o el peróxido de benzoilo son grandes aliados para controlar el exceso de grasa y combatir las bacterias.
- No las manipules. Es tentador, lo sabemos. Pero apretar o reventar las pústulas solo empeorará la inflamación, podría causar cicatrices y favorecer la propagación de bacterias. Deja que los productos adecuados hagan su trabajo.
- Hidratación equilibrada. Aunque tengas piel grasa, la hidratación es fundamental. Opta por cremas ligeras y de textura gel, con ingredientes como el ácido hialurónico, para mantener la piel hidratada sin obstruir los poros.
- Tratamientos específicos. El uso de productos dirigidos a tratar las pústulas puede marcar la diferencia. Busca fórmulas con ingredientes como:
- Ácido azelaico, que ayuda a reducir la inflamación y el enrojecimiento.
- Niacinamida, para equilibrar la producción de sebo y mejorar la barrera cutánea.
- Ácido glicólico, que exfolia suavemente la piel y previene la acumulación de células muertas.
¿Cómo prevenir su aparición?
- Limpia tu rostro dos veces al día y retira siempre el maquillaje antes de dormir.
- Exfolia tu piel una o dos veces por semana, dependiendo de tu tipo de piel.
- Usa protector solar no comedogénico para evitar la hiperpigmentación postinflamatoria.
- Adopta una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y alimentos antiinflamatorios.