Todas las hemos usado alguna vez. Bien en casa o bien en algún hotel o apartamento. Sin embargo, miles de expertos se han aunado para recabar las razones suficientes que explican por qué no debes usar esponjas para baño. Leyéndolas, tiene sentido. Veámoslo.
¿Por qué no usar esponjas para baño?
- Higiene y bacterias. Las esponjas de baño pueden acumular bacterias y hongos con el tiempo debido a la humedad y a las condiciones propicias para su crecimiento.
- Exfoliación excesiva. Algunas esponjas de baño pueden ser abrasivas y exfoliar en exceso la piel, lo que puede causar irritación, enrojecimiento y sequedad. Las personas con piel sensible pueden preferir evitar esponjas ásperas.
- Piel sensible. Para las personas con piel sensible o condiciones como eczema o psoriasis, el uso de esponjas ásperas puede agravar los síntomas y empeorar la afección de la piel.
- Daño a la barrera cutánea. El uso constante de esponjas ásperas o la exfoliación excesiva pueden dañar la barrera natural de la piel, lo que puede llevar a la sequedad, la sensibilidad y otros problemas cutáneos.
- Sostenibilidad. Algunas esponjas de baño están hechas de materiales sintéticos y pueden no ser biodegradables ni sostenibles. Las personas preocupadas por el medio ambiente pueden optar por alternativas más ecológicas.
- Preferencias personales. Hay quienes simplemente prefieren utilizar sus manos para limpiarse durante el baño, ya que consideran que es más suave y controlado para su piel.
¿Cómo se desinfecta una esponja de baño?
Si has decidido que quieres usar una esponja de baño, o usabas ya una esponja de baño y quieres mejorar la higiene de la misma, esto es lo que puedes hacer:
- Lavado regular. Después de cada uso, enjuaga bien la esponja con agua caliente para eliminar el exceso de jabón y residuos. Exprime el exceso de agua y cuelga la esponja en un lugar seco y bien ventilado para que se seque completamente entre usos.
- Lavado con jabón. Una vez a la semana, puedes lavar la esponja con jabón antibacterial. Frota la esponja con el jabón, asegurándote de llegar a todas las áreas. Enjuaga bien con agua caliente y asegúrate de eliminar todo el jabón.
- Remojo en agua caliente. Llena un recipiente con agua caliente y sumerge la esponja durante unos minutos. El agua caliente puede ayudar a eliminar algunas bacterias. Luego, enjuaga bien con agua fría y deja que se seque al aire.
- Vinagre blanco. El vinagre blanco es un desinfectante natural. Puedes mezclar partes iguales de vinagre y agua en un recipiente y sumergir la esponja durante unos minutos. Luego, enjuaga bien con agua fría y deja que se seque.
- Microondas. Humedece la esponja y colócala en el microondas durante 1-2 minutos. Asegúrate de que la esponja esté completamente húmeda para evitar que se incendie en el microondas. El calor puede ayudar a matar algunas bacterias. Deja que la esponja se enfríe antes de usarla.
- Lavadora. Si la esponja es apta para lavadora, puedes colocarla en una bolsa de malla y lavarla en la lavadora con agua caliente y detergente. Asegúrate de revisar las instrucciones del fabricante antes de hacerlo.
- Cambiarlas regularmente. Finalmente, recuerda que las esponjas de baño tienen una vida útil limitada. Aunque las desinfectes regularmente, es recomendable reemplazarlas cada pocos meses para mantener una buena higiene.
¿Cuándo debo cambiar mi esponja por una nueva?
Deberías considerar tirar una esponja cuando empiece a mostrar signos de desgaste, acumulación de bacterias o mal olor. También cuando veas:
- Un desgaste visible. Si la esponja comienza a deshilacharse, rasgarse o desmoronarse, es un indicio claro de que su vida útil está llegando a su fin.
- Un mal olor persistente. Si la esponja tiene un olor desagradable incluso después de lavarla, puede ser un signo de que las bacterias y los gérmenes están acumulados en su interior.
- Cambios en el color. Si la esponja cambia de color, se torna amarilla o presenta manchas que no se van, es un indicativo de que está acumulando suciedad y bacterias.
- Textura áspera. Si la esponja se siente áspera en lugar de suave al tacto, puede ser una señal de que las fibras están desgastadas y la esponja ya no es efectiva para limpiar.
- No se desinfecta. Si intentas desinfectar la esponja pero sigue oliendo mal o no parece limpiarse correctamente, es posible que esté demasiado contaminada para ser utilizada de manera segura.
- Irritación en la piel. Si después de usar la esponja experimentas irritación o enrojecimiento en la piel, podría ser un signo de que está acumulando bacterias que pueden causar problemas en la piel.
- Cambios en la forma. Si la esponja ha perdido su forma original y ya no es cómoda para usar, es hora de reemplazarla.