5 de junio. Lo ves en redes, lo ponen en las newsletters, y hasta tu influencer favorita se hace una foto abrazando una planta con el hashtag #DiaDelMedioAmbiente. Pero, seamos sinceras: ¿sabemos realmente de qué va este día, el Día del Medio Ambiente? ¿Por qué se celebra? ¿Y por qué deberíamos prestarle atención más allá del gesto estético de subir una hoja de monstera a Instagram?
No se inventó para vender más tote bags con mensajes tipo “no hay planeta B”. Tiene historia, tiene propósito, y sí, también tiene mucho que ver con lo que metes en tu neceser.
Un poco de contexto (y nada de aburrimiento, lo prometo)
Corría el año 1972 —campanas de pantalones, música disco y cero conciencia ecológica— cuando la ONU decidió que ya era hora de hablar en serio del planeta. Así nació la Conferencia de Estocolmo, el primer gran encuentro internacional sobre medio ambiente.
De ahí salió la idea de crear un día oficial para recordarnos que, atención, el planeta no se cuida solo. Y así nació el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra cada 5 de junio desde 1974. ¿El objetivo? Concienciar, movilizar y poner el foco en los problemas ambientales más urgentes. Cada año con un tema distinto. Este 2025, el tema es: "Restaurar. Reimaginar. Regenerar." Y no, no es solo una frase bonita de Pinterest.
Pero… ¿y eso qué tiene que ver con la belleza?
Mucho más de lo que parece. Porque la industria de la cosmética, aunque nos dé mucha alegría (y piel bonita), también tiene una cara menos glamurosa:
- Toneladas de plástico en envases
- Producción intensiva de ingredientes no sostenibles
- Emisiones asociadas al transporte y a procesos industriales
- Testeo en animales (aún, sí) en muchas partes del mundo
Y aquí es donde tú entras en escena. Porque cada vez que eliges un producto más natural, con envase reciclable o de una marca comprometida, estás votando por un futuro diferente. Literalmente.
¿Qué puedes hacer tú (además de postear una planta)?
El Día del Medio Ambiente no es solo una fecha para posturear. Es una invitación a mirar alrededor y también a mirar dentro: ¿qué hábitos puedes cambiar sin que eso te quite calidad de vida? Aquí van algunos ejemplos reales que sí marcan la diferencia:
- Cambiar a champús sólidos o cosmética sin plásticos
- Apostar por marcas que respetan los animales y los recursos naturales
- Reducir el número de productos que usas (spoiler: tu piel no necesita 18)
- Comprar de forma más local y con menos embalajes
- Reciclar (pero en serio, no tirando la crema medio llena al contenedor amarillo)
Los pequeños gestos son poderosos (y más de lo que piensas)
Cada gesto importa. Y más cuando se repite. Porque cuidar del medio ambiente no va de ser perfecta, ni de hacer todo bien todo el tiempo. Va de elegir mejor cada día, de informarse y de asumir que la belleza del futuro también es responsable.
En Primor lo sabemos. Por eso cada vez damos más espacio a marcas comprometidas, líneas sostenibles y envases respetuosos. Porque la belleza también puede (y debe) ser parte de la solución, no del problema.
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