Sí, lo sabemos: el acné es muy molesto (y aparece en el momento menos oportuno). También conocidos como espinillas o acné, los granos, son lesiones cutáneas comunes que se producen cuando los folículos pilosos de la piel se obstruyen con aceite y células muertas de la piel. Existen diferentes tipos de granos, como los puntos blancos (comedones cerrados), puntos negros (comedones abiertos), pápulas, pústulas, nódulos y quistes. La formación del acné está influenciada por varios factores, incluyendo la producción de sebo (aceite) en la piel, la acumulación de células muertas de la piel y la proliferación de bacterias. En este artículo de Primor hablamos sobre los granos infectados: qué son, por qué salen y qué hago para no lesionar la piel. Vamos allá.
Qué son y por qué se infectan los granos
- Producción excesiva de sebo. Las glándulas sebáceas en la piel producen sebo, un tipo de aceite que ayuda a mantener la piel hidratada. Sin embargo, en algunas personas, las glándulas sebáceas pueden producir sebo en exceso, lo que puede contribuir a la obstrucción de los poros y la formación de granos.
- Acumulación de células muertas de la piel. Las células muertas de la piel pueden acumularse en la superficie de la piel y mezclarse con el sebo, obstruyendo los poros y creando un ambiente propicio para la formación de granos.
- Proliferación de bacterias. Una bacteria llamada Propionibacterium acnes (P. acnes) se encuentra comúnmente en la piel y puede colonizar los poros obstruidos. Esta bacteria se alimenta de sebo y produce sustancias que irritan la piel, lo que lleva a la inflamación y la formación de granos infectados.
- Factores hormonales. Los cambios hormonales, como los que ocurren durante la pubertad, el ciclo menstrual, el embarazo o el estrés, pueden aumentar la producción de sebo y provocar la aparición de granos.
- Factores genéticos. La predisposición genética también puede influir en la tendencia de una persona a desarrollar acné. Si hay antecedentes familiares de acné, es más probable que una persona tenga este problema.
Tengo un grano infectado, qué hago
Si tienes un grano infectado, tranquila. Sé que es fácil decirlo, pero el estrés afecta a la aparición de estos granos, por lo que, sí, es importante mantener la calma. También resulta crucial manejarlo con cuidado para evitar empeorar la situación y promover la curación. Dicho esto, lo consejos de los expertos son
- No toques ni exprimas el grano. Es fundamental resistir la tentación de exprimir o manipular el grano infectado. Exprimir un grano puede empeorar la infección, propagar bacterias y causar cicatrices o marcas permanentes en la piel.
- Limpia suavemente la zona. Lava la zona afectada con agua tibia y un limpiador suave sin jabón. Evita frotar la piel con fuerza, ya que esto puede irritarla más. Sécala con cuidado dando toques suaves con una toalla limpia.
- Aplica compresas tibias. Aplica compresas tibias sobre el grano durante unos 10-15 minutos varias veces al día. El calor puede ayudar a abrir el poro obstruido y promover la salida del pus.
- Usa tratamientos tópicos. Puedes aplicar un tratamiento tópico antibacteriano o antiinflamatorio. El peróxido de benzoilo o el ácido salicílico pueden ayudar a reducir la inflamación y matar las bacterias. También puedes utilizar cremas o geles con ingredientes como el ácido azelaico o el azufre.
- Evita el maquillaje y productos pesados. Evita el uso de maquillaje o productos cosméticos pesados en el área infectada, ya que pueden empeorar la condición de la piel.
- Mantén la piel hidratada. Usa una crema hidratante suave y no comedogénica para mantener la piel hidratada sin obstruir los poros.
- No te exfolies. Evita usar exfoliantes o productos abrasivos en el área afectada, ya que pueden irritar la piel y empeorar la infección.
- Consulta a un dermatólogo. Si el grano infectado no mejora con los cuidados caseros o si experimentas síntomas como fiebre, dolor intenso o propagación de la infección, es importante que consultes a un dermatólogo. Pueden recetarte tratamientos adicionales, como antibióticos tópicos o sistémicos, dependiendo de la gravedad de la infección.