Las heridas abiertas son algo con lo que todos hemos tenido que lidiar alguna vez. Ya sea por un accidente doméstico, un pequeño corte mientras cocinas o, en algunos casos, por un rasguño accidental mientras practicas deporte, lo importante es saber cómo tratarlas adecuadamente para evitar complicaciones y acelerar el proceso de curación. Aunque puede ser algo común, hay detalles esenciales que debemos conocer para asegurarnos de que nuestras heridas sanen correctamente y sin infecciones. En este artículo de Primor te contamos todo lo que necesitas saber para curar una herida abierta de manera efectiva.
Cómo curar una herida abierta
Paso 1: Mantén la calma y evalúa la herida
Lo primero y más importante es mantener la calma. Si es una herida pequeña o moderada, generalmente no hay razón para entrar en pánico. Evalúa la situación con claridad: ¿es superficial o profunda? ¿Está sangrando mucho? Si el sangrado es excesivo, presiona la herida con una gasa o un paño limpio para detenerlo antes de continuar. En cualquier caso, si la herida es muy grande o está en una zona muy sensible, como la cara, no dudes en buscar atención médica.
Paso 2: Limpieza adecuada
El siguiente paso es limpiar la herida. Esto es clave para evitar infecciones, ya que las bacterias pueden ingresar fácilmente a través de una herida abierta. Lo primero es lavar bien tus manos con agua y jabón, así evitas transferir cualquier germen al tocar la herida. Luego, limpia la herida con agua tibia para eliminar suciedad o residuos. No uses alcohol ni yodo directamente sobre la herida, ya que pueden irritar la piel y retrasar la curación. Si es necesario, usa un jabón suave, preferentemente sin fragancias, para asegurar una limpieza profunda pero delicada.
Si la herida tiene partículas incrustadas (como tierra o astillas), utiliza una pinza esterilizada para retirarlas con mucho cuidado.
Paso 3: Detén el sangrado
En la mayoría de las heridas pequeñas, el sangrado se detendrá solo con presión. Si el sangrado persiste, es momento de aplicar una venda o gasa estéril y continuar presionando durante unos minutos. Si la herida sigue sangrando profusamente después de un tiempo, busca atención médica.
Paso 4: Aplica un ungüento antibiótico
Una vez que la herida esté limpia y el sangrado haya parado, el siguiente paso es aplicar un ungüento antibiótico. Esto ayuda a prevenir infecciones y promueve una curación más rápida. Coloca una capa delgada sobre la herida y asegúrate de usar una crema o pomada estéril. Es importante que utilices productos adecuados para heridas abiertas, ya que otros tratamientos no serán tan efectivos o incluso podrían irritar la zona.
Paso 5: Cubre la herida con una venda o apósito
Es fundamental proteger la herida para evitar que entre más suciedad o bacterias. Coloca una venda o apósito estéril sobre la herida. Si es una herida en una zona que se mueve mucho (como una mano o pierna), opta por un vendaje más firme que se mantenga en su lugar. Cambia el vendaje al menos una vez al día, o más si se moja o ensucia. Si la herida es pequeña, puedes dejarla al aire para que respire, siempre y cuando esté bien limpia y cubierta cuando salgas.
Paso 6: Observa la herida durante los días siguientes
La curación de una herida abierta puede llevar unos días o hasta varias semanas, dependiendo de su tamaño y profundidad. Durante este tiempo, observa si hay signos de infección: enrojecimiento, hinchazón, calor en la zona, o secreción de pus. Si notas alguno de estos síntomas, no dudes en consultar a un médico. Mantén la zona limpia y, si es posible, evita tocarla o rascarla, ya que esto puede interferir con la cicatrización.
Paso 7: Deja que la herida cicatrice naturalmente
Una vez que la herida haya cerrado y la piel esté cicatrizada, es recomendable evitar la exposición al sol directo en esa zona, ya que la piel nueva es más vulnerable y puede quedar manchada o dañada. Utiliza protector solar si la herida queda expuesta a la luz solar.