Hay productos que parecen intimidantes... hasta que descubres cómo se usan de verdad. Y sí, hablamos de él: el colorete líquido. Ese pequeño bote que promete un rubor natural, jugoso y duradero, pero que también ha protagonizado más de una escena de pánico frente al espejo. Porque lo sabemos: aplicarlo bien (sin parecer Heidi ni una muñeca de porcelana) es todo un arte. Pero tranquila, porque en este artículo te contamos cómo aplicar el colorete líquido paso a paso, para que se convierta en tu nuevo aliado de maquillaje diario.
El colorete líquido ha llegado para quedarse. Y no es casualidad. Frente a las versiones en polvo o crema, el formato líquido se funde mejor con la piel, se adapta a cualquier tipo de base (o incluso a la piel desnuda), y deja un acabado glow, natural y de esos que parecen salir desde dentro. ¿La clave? Elegir bien tu tono, usar la cantidad justa y saber aplicarlo con precisión. Spoiler: no necesitas ser maquilladora profesional, solo tener la técnica adecuada.
¿Por qué elegir colorete líquido?
Antes de hablar de cómo aplicarlo, hablemos de por qué deberías tener (al menos) uno en tu neceser. El colorete líquido es:
- Ultraligero: no sobrecarga el rostro ni acartona la piel.
- Modulable: puedes conseguir un rubor sutil o más marcado según la cantidad.
- De larga duración: una vez se fija, aguanta horas.
- Perfecto para el efecto ‘buena cara’ instantáneo: y sin esfuerzo.
Además, muchos están formulados con ingredientes hidratantes o antioxidantes que cuidan la piel mientras aportan color. ¿El resultado? Mejillas saludables, luminosas y con ese rubor que parece que acabas de dar un paseo al sol (aunque lleves 8 horas delante del portátil).
Cómo aplicar el colorete líquido como una experta
1/ Prepárate bien la piel
Como siempre en maquillaje, una piel hidratada es clave. Aplícalo sobre la base ya difuminada o directamente sobre tu piel limpia y tratada si no usas base. Evita polvos antes de usarlo, ya que el producto líquido podría desplazarlo y quedar a parches.
2/ Menos es más
Los coloretes líquidos suelen ser muy pigmentados. Empieza con una gotita (literalmente) por mejilla. Siempre podrás añadir más si lo necesitas. Aplica el producto con el dorso de la mano primero y luego llévalo al rostro.
3/ ¿Con qué lo aplico?
Aquí va lo bueno: puedes usar lo que te resulte más cómodo. Las tres opciones más comunes son:
- Dedo: perfecto para fundir el producto con la piel y controlar mejor la intensidad.
Brocha de pelo sintético tipo stippling: ideal si quieres un acabado más aireado y profesional. - Esponjita tipo beauty blender (húmeda): para un resultado difuminado y natural.
La clave está en trabajar el producto a toquecitos, sin arrastrar, y difuminarlo hacia la sien para levantar visualmente el rostro.
4/ Colócalo en el punto exacto
¿Dónde aplicarlo? Justo donde se marcan tus pómulos al sonreír, pero un pelín más arriba para elevar el rostro. También puedes llevar un poco hacia el puente de la nariz para un toque sun-kissed muy tendencia.
5/ Sella si quieres, pero con cuidado
Si tu piel es grasa o quieres asegurar duración extra, puedes aplicar un toque de polvo translúcido encima, pero sin perder el efecto jugoso. También puedes reforzar con un colorete en polvo del mismo tono.
Los coloretes líquidos también son perfectos como labial o sombra de ojos, especialmente en los días de maquillaje rápido o estilo monocromático. Solo un producto, y ya tienes la cara hecha.