Hay quien dice que Helena Rubistein inventó la belleza, y aunque es un cargo que requiere mucha responsabilidad, sí que conlleva algo de razón. La historia de esta marca es tan atípica como sorprendente. Y es que detrás de cualquier mujer pionera siempre se esconde una gran historia.
Helena Rubinstein nació en el seno de una familia muy humilde en un barrio judío de Cracovia (Polonia). Era la mayor de 8 hermanos y tras intentar (sin éxito) estudiar medicina, su padre decidió enviarla a Melbourne (Australia) a casa de unos parientes. En su equipaje no faltaron ni sus prendas favoritas ni los 12 tarritos de una crema con fórmula familiar que le había regalado su madre para que siguiera cuidando de su piel blanca, lisa y sin imperfecciones.
A las australianas les llamaba la atención el estado de su piel. Ellas no tenían cultura de ningún tipo de rutina de belleza, y cuando se enteraron de su gran secreto, empezaron a demandar. Ahí empezó todo, porque Helena vio una posibilidad fructífera de mercado, se anunció en los periódicos con Valaze, su primera crema hidratante, y consiguió ganar más de 24.000 dólares durante los dos primeros años. ¡Toda una mujer de negocios!
En 1905 decidió abrir su primera boutique en Melbourne, pero una mujer tan inquieta como ella no supo conformarse. Lo dejó todo en manos de su hermana y viajó por toda Europa entrevistando a los mejores dermatólogos y dietistas. En una de sus paradas descubrió la clave de su imperio: los tipos de piel. Por lo que, entendió que, si había diferentes tipos de piel, habría diferentes necesidades.
Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, y tras su apertura en París, Helena Rubistein pasó a ser una de las mujeres más ricas de EEUU, lugar donde se asentó y formó una familia con el periodista Edward Titus y más tarde con el príncipe georgiano Atchill Gourielli. Helena se convirtió en un referente sin pelos en la lengua al que admirar. Frases como “no hay mujeres feas, sino mujeres perezosas” o “Ya sea que tengas dieciséis o sesenta años, recuerda: la atenuación es la clave de un buen maquillaje”, la han coronado como una de las grandes empresarias con una marca homónima que a día de hoy cuenta con un legado intachable.
Todas tenemos o hemos tenido alguna vez algún producto de Helena Rubinstein. ¡Y no nos extraña! Ella fue quien patentó el cepillo de la máscara de pestañas o las máscaras de pestañas waterproof. Después de todo, y a día de hoy, nadie se imagina su rutina de belleza sin iconos como su línea Prodigy Cell Glow o Pure Rituals, entre muchos otros.
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